Colección del Metalibro Javiera Novoa M 4 Octubre 2018 Fotografía: Javier Novoa Texto: Mónica Salinero Edición: Javiera Novoa Idioma: Español 150 ejemplares 36 páginas 20 fotografías 978-956-398-211-4 A-296180 Santiago de Chile Disponible en Tienda Flach y Laboratorio Migo $5.000 clp |
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En esta edición de la Colección del Metalibro, de la fotógrafa J. Novoa, se nos presentan una serie de imágenes de lo que podríamos llamar ruinas modernas, los vestigios materiales de una determinada humanidad. Se observan sillas, mesas, cortinas, techumbres, restos de edificios o edificaciones que están siendo reparadas, hasta alguna maquinaria aparece en estos registros fotográficos como si capturara una arqueología de nuestro presente, un catastro de un tiempo y un lugar indefinido. Si bien notamos que no es un lugar lejano en el tiempo y el espacio, es más difícil para una primera mirada saber si se trata de uno o varios lugares. Tampoco sabemos, realmente, si las fotografías fueron tomadas en el mismo período. Vemos registros de una situación sin dirección ni temporalidad. La producción fotográfica tiene el don del ilusionista, la capacidad para engañarnos, y ese potencial es tan espectacular que la mayor parte del tiempo no nos detenemos a observar si las imágenes que percibimos diariamente son lo que dicen ser. Es ese su poder: crear un mundo paralelo, el mundo de las imágenes basado en la representación de las cosas que registra y de las que quedan fuera del plano o encuadre.
Si la fotografía nos habla también de aquello que no registra, de lo que queda fuera del encuadre -deliberadamente o no- en esta serie la ausencia se centra, principalmente, en los sujetos no presentes: ¿Quiénes son los que ocuparon esas sillas? ¿Quiénes serán? ¿Cuándo se fueron? ¿Cuándo volverán? Y esta ausencia deviene el anonimato masivo de quienes habrían pasado por este lugar, el que pareciera ser un lugar de sanación, y que algunas escasas fotografías de cuerpos o retratos nos recuerdan. |
Sin embargo, existe otro sujeto ausente cuya humanidad siempre presupone la fotografía, la existencia de la fotógrafa en este caso o bien de la persona que realiza un registro de forma directa o indirecta. Es, la fotógrafa, el principio organizador que, a través de un aparato, definirá aquello que debe quedar dentro y fuera de la imagen. Pero finalmente seremos nosotros a través de nuestra mirada, que también se encuentra fuera del encuadre, quienes les daremos un lugar en el relato a los cuerpos ausentes, a esa masa anónima de pacientes, cuidadores, sanadores y trabajadores que alguna vez se sentaron en esas sillas o tomaron un baño en esa tina, para darle un sentido a las ruinas que hemos redescubierto. Somos nosotros quienes podemos emprender el camino para buscar en los secretos y omisiones de la imagen, o decidir recibirla sin ninguna inquietud.
Mónica Salinero |